viernes, 30 de abril de 2010

Alienígenas sí, alienígenas no...


Los humanos, gracias al entramado social y tecnológico que hemos desarrollado, hemos logrado que las tareas vitales de supervivencia y reproducción nos dejen una enorme cantidad de tiempo libre para hacer otras cosas, y será probablemente este tiempo libre el que acabará con nuestra especie, como ya ha acabado con muchas otras.
En este tiempo libre, nos hemos dedicado a darle vueltas a la parte de nuestro cuerpo que es como un molusco – hueso por fuera y blando por dentro – con resultados e ideas dispares.
Un tema bastante recurrente en los últimos años (pongamos, por ejemplo, el último siglo) ha sido la existencia o no de vida extraterrestre. Hay ideas para todos los gustos, aunque desde mi punto de vista, tal vez excesivamente matemático, es una cuestión de estadística. En este sentido, creo que la clave está en la cantidad de sucesos posibles. Voy a explicarlo con un ejemplo:
Supongamos que tengo un dado, y quiero saber la probabilidad de que salga un 1. Si lo lanzo una vez, es improbable. Si lo lanzo 100 veces es muy probable. Hasta ahí bien. Si no lo lanzo, es imposible que salga un 1. Y si lo lanzo infinitas veces es seguro que saldrá un 1.
Extrapolando este suceso a la existencia alienígena en el universo, se puede afirmar que si el universo es infinito, es seguro que existan extraterrestres, y no sólo eso, si no que es seguro que existirán infinitos planetas idénticos al nuestro, y también humanos idénticos a nosotros.
Ahora bien, ¿el universo es infinito? Desde luego, si aceptamos la teoría del Big Bang, estamos aceptando que el universo no es infinito, ya que algo que se expande no puede ser infinito; lo infinito no puede crecer.
¿Quiere decir eso que es imposible que exista vida alienígena? Desde luego que no. ¿Cuán probable es? Depende del tamaño del universo. ¿Y el universo es muy grande? Pues no tengo ni idea. Así que la clave está en saber si el tamaño del universo es como tirar el dado 2 veces o mil millones de veces.
Ahora supongamos que sí existe vida extraterrestre. La gran pregunta es ¿queremos conocerlos? ¿Nos va a aportar algo? Recientemente, el gran Stephen Hawking se mostró muy claro al respecto:
Casi seguramente existen, pero lo mejor es no contactar con ellos (…). Para mi cerebro matemático, los números por sí solos indican que es perfectamente racional pensar en alienígenas (…). Si alguna vez nos visitan, creo que el resultado sería parecido a lo que ocurrió cuando Colón llegó a América. Aquello no acabó muy bien para los nativos americanos.
Y es que, desde luego, si por vida inteligente entendemos algo parecido a la especie humana, lo mejor que podemos hacer es pasar desapercibidos. Porque el universo no será infinito, pero la imbecilidad humana desde luego sí lo es. ¿Y quién nos dice que la imbecilidad alienígena no será también infinita?

miércoles, 21 de abril de 2010

Voy a destruir el mundo

Tengo un plan malefiquérrimo. El sueño de todo malvado ha sido siempre tratar de conquistar y/o destruir el mundo. Pues bien, estaba yo cocinando el pollo cuando se me ha ocurrido esta deliciosa manera de acabar con todos vosotros. Pero no culpéis al pollo, por favor; el pollo ha recibido ya muchos palos, además de haber sido objeto de cantidad de chistes malísimos en referencia a la sustantivación femenina del mismo. Estamos de acuerdo que como ave deja mucho que desear, ya que vuela poco y mal; como animal de compañía es aburridísimo y además es objeto de mofa. Aunque si lo pensamos bien, el pingüino tiene características similares y en cambio mola muchísimo. Complicado.
Vamos al tema que nos ocupa, mi plan maquiavélico para destruir el apestoso planeta éste. La idea es sencilla: voy a China, y convenzo uno a uno a los mil trescientos millones de chinos de que salten el mismo día a la misma hora. ¿Y como los sincronizaré?, os preguntaréis. Muy sencillo, a cada uno le daré un reloj. Cuando salten, la Tierra se desplazará de su órbita, iremos a la deriva por el espacio rebotando con los planetas cual bola de pinball hasta acabar fritos en el sol.
A mi me parece una forma original de desaparecer.

jueves, 8 de abril de 2010

¿Y ahora qué hago yo con el búnker?

¿Os acordáis de la gripe A? Hace unos meses era evidente que íbamos a morir todos, se necesitaban millones de vacunas, era el fin del mundo. Yo, que soy muy previsor, decidí construirme un búnker para protegerme de los ataques bacteriológicos. ¿Alguien ha tenido la gripe A? Es más, ¿alguien ha pasado la gripe este invierno? Es posible que haya sido el invierno con menos casos de gripe de los últimos años. Me siento hasta un poco decepcionado, ya le había cogido cariño a la gripe A e incluso esperaba pasarla, para poder contarles a mis nietos cómo sobreviví a tal pandemia. Pero no.
De todas maneras, ya tengo el búnker para el fin del mundo de dentro de dos años, aunque conociendo como funciona el negocio, aparecerá algo que distraiga la atención y nos olvidaremos de que acaba el mundo.
Aburrirnos no nos aburriremos.