Hola, amigos de la naturaleza. Hoy quiero reflexionar acerca de un animal envidiable, el manatí. Para los que no tengáis muy claro qué pinta tiene el bicho este, os diré que es una mezcla entre foca y rinoceronte sin cuerno. Se le conoce a veces como vaca marina, no sé por qué, ni da leche, ni es blanco con topos, pero bueno.
Lo que hace de este mamífero acuático un ser en el que a todos nos gustaría reencarnarnos es que quebranta uno de los más sagrados principios de la naturaleza: la cadena alimentaria. El manatí está al margen, pasa de esta vaina. El bicho es hervíboro, come plantas de casi todo tipo, y no hay ningún animal que le ataque para comérselo. Si un animal no tiene que preocuparse de cazar ni de que se lo coman, ¿de qué ha de preocuparse? No tiene hipoteca, no tiene trabajo, no tiene que quedar bien con nadie, no tiene que llevar a los niños al colegio, no tiene que acordarse del día del aniversario con su mujer... ¡Este animal es el más feliz del mundo!
Además, no penséis que vive en los casquetes polares, esquivando icebergs y pelándose de frío, no, no; sólo vive en aguas calentitas y de poca profundidad - lo que vendría a ser un jacuzzi (porque comiendo tanto verde este bicho debe producir más metano que la província de Tarragona).
Pues me despido por hoy, y os dejo una foto de un hermoso y feliz manatí con su cría (foto sacada, cómo no, de wikipedia y tomada por el señor Gaylen Rathburn, si no me equivoco).
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